El injerto de escudete o de yema
Existen varios tipos de injertos de corteza, siendo el de escudete de los más sencillos y muy utilizado. Su limitación se encuentra en el grosor de los tallos, siendo un buen métodos para tallos de entre 0,5 y 2,5 cm de diámetro, con una corteza que se separa con facilidad de la madera.
Efectúe un corte en forma de T en la corteza de la planta donde se va a realizar el injerto, procurando que el corte no llegue a penetrar en la madera y sólo afecte a la corteza (figura 1). Las dimensiones del corte dependen, obviamente, del diámetro de la planta portainjertos y del tamaño de la yema a injertar. La yema debe ser proporcional al diámetro del tallo donde se va a injertar, y debe encajar perfectamente dentro de la corteza.

Abra la corteza a ambos lados del corte tal como muestra la figura 2. La corteza debe separarse con facilidad, lo que indica la suficiente presencia de savia. Si no se separara con facilidad o se rompiera, ello es síntoma de escasez de savia, por lo que no debe realizar el injerto en ese punto, ya que estaría condenado al fracaso con bastante probabilidad. Seguidamente, vamos a preparar la yema que vamos a colocar en el corte.

Para obtener la yema que deseamos injertar, la cual sacaremos de una ramilla de la variedad que deseamos obtener mediante el injerto, realizaremos un corte por debajo de una yema de cualquier brote, realizando un movimiento deslizante de abajo a arriba, hasta sobrepasar a la yema en igual longitud que la que queda por debajo de ella. Luego hacemos un corte horizontal por encima de la yema, tal como muestra la figura 3, y desprenderemos la yema de la ramilla, que podemos sujetarla por el tallo de la hoja si es que la hay. La yema obtenida debe ser delgada para que encaje bien en la corteza del portainjerto. El fragmento obtenido tendrá la forma de un pequeño escudo, y de ahí su nombre.

Introduzca la yema en el patrón o portainjerto en la misma posición (figura 4), por la parte superior del corte en forma de T, y presione hacia abajo hasta que el escudete penetre totalmente, no debiendo sobresalir su extremo superior por encima del corte horizontal. Apriete para que queden unidos intimamente el tallo del patrón y la yema, cerrando la corteza a su alrededor.

Para que no se abra la corteza y se seque la yema, es necesario mantener cerrado el corte (figura 5). Para ello se suele utilizar cinta de injertar, de material plástico y que tensa y asegura firmemente el injerto. Se comienza enrollándola por debajo del corte y se va subiendo, como si de un vendaje se tratara, procurando dejar al descubierto totalmente la yema.

Al cabo de unas semanas el injerto ya habrá prendido, si se ha hecho en su momento, o permanecerá latente hasta que vuelva a producirse movimientos de savia. Cuando ya haya prendido y comience a hincharse, conviene quitarle las cintas de injertar, cintas que en ocasiones son de materiales biodegradables y se desintegran poco a poco. Más adelante, cuando ya el injerto ha crecido y comienza a emitir brotes, hay que cortar el tallo del portainjerto o patrón por encima del injerto (figura 6), de modo que la savia alimente al injerto y los nuevos tallos que se emitan sean de la variedad que hemos injertado.